El papel de los padres es fundamental en el proceso de adaptación. Una vez más los padres son modelos a seguir por sus hijos. Por ello, si pretendemos que nuestro hijo se adapte con facilidad a esta nueva etapa tendrá que ver que nosotros también nos adaptamos. Sería un error que el niño escuchara frases tales como: “Mañana otra vez a trabajar, qué horror”, “Otra vez a madrugar”, “No me apetece nada volver a la oficina”… Si nos perciben nerviosos, estresados o enfadados aprenderán que son reacciones adecuadas ante la vuelta a la rutina. Por el contrario, debemos transmitir al niño que somos capaces de gestionar de forma adecuada nuestras emociones, y que vivimos la vuelta al trabajo de una manera equilibrada.
Además de “dar ejemplo” podemos llevar a cabo ciertas pautas para prepararles progresivamente y así facilitarles la vuelta al cole:
- Mostrar una actitud positiva hacia el colegio. La vuelta al cole también trae aspectos positivos como ver a los compañeros, hacer más actividades, el reto de enfrentarse a un nuevo curso… Presentémosle el inicio de curso como algo deseable y animémosle a empezar con ilusión.
- Animarle a expresar sus sentimientos sobre la vuelta, así podremos detectar posibles miedos y tendremos la posibilidad de abordarlos. Mantener una conversación distendida con el niño, sin presiones, que se sienta libre para expresar sus preocupaciones. Es importante que perciba que sus problemas son tenidos en cuenta, actuando en consecuencia una vez sepamos el motivo y resaltando en todo momento los aspectos positivos del colegio.
- Normalizar sus emociones. Una vez sepamos qué les preocupa debemos hacerle saber que lo que siente es normal. Podemos contarle alguna experiencia que tuviéramos nosotros.
- No asustar al niño con los cambios. Son muy comunes comentarios como: “Este año es más difícil”, “te mandarán más tareas”, “tendrás que estudiar más”… Con estas expresiones lo único que conseguiremos será predisponer de manera negativa al niño respecto al nuevo curso.
- Regular los horarios unos días antes del comienzo del curso. Es aconsejable ir graduando progresivamente la hora de acostarse y levantarse, las comidas, la hora de la ducha… Así iremos retomando poco a poco la rutina y el cambio no será tan brusco.
- No eliminar las actividades de ocio una vez empezado el curso, es decir, no cortar de manera radical con la rutina mantenida durante el verano. Lo aconsejable es ir sustituyéndolas paulatinamente por las nuevas rutinas.
- Implicar a los niños en los preparativos: compra de material, uniforme, forrar los libros, preparar la mochila, el estuche…
- Estrenar algo nuevo. A todos nos hace ilusión estrenar y los niños no son diferentes. Es aconsejable que en cada nuevo curso puedan estrenar algo de material nuevo: mochila, lápices, zapatillas… Aunque podamos verlo como un pequeño detalle, el niño centrará su atención en ese objeto, y pueda enfrentar el curso con más ilusión.
- Aumentar de manera progresiva el tiempo dedicado a las tareas o al estudio por las tardes. No podemos pretender que un día lo dediquen por entero a jugar y al siguiente pasen toda la mañana en el cole y la tarde estudiando. Por ello, aunque no haya deberes debemos insistir en que, desde el primer día, dediquen un tiempo al estudio. Poco a poco iremos aumentando ese tiempo de estudio hasta alcanzar el apropiado para su edad.
- Visitar el cole los días anteriores al inicio del curso. Sobre todo si entran por primera vez en el colegio o se ha producido un cambio de centro con respecto al curso anterior. Podemos dar un paseo alrededor del cole, ir a conocer al nuevo profesor, asomarnos para ver el patio de recreo… e imaginar todo lo que podrá hacer.
- Es fundamental que el primer día todo se haga con calma, sin prisas, levantarse con suficiente antelación para no añadir más estrés a la jornada.
- Desdramatizar las despedidas. Éstas deben ser cortas y alegres; evitando los chantajes del tipo “si lloras me pongo triste” y las mentiras como “voy a aparcar y vengo enseguida” o irse sin que el niño se dé cuenta. Por el contrario debemos recordarles que volveremos a recogerles. En situaciones de llantos o rabietas, debemos responder con ternura pero también con firmeza para que no piense que puede prolongar la despedida.
- Mostrar interés por su actividad dentro del colegio, preguntándole a la salida de clase qué ha hecho, cómo lo ha pasado…
Lo normal es que el período de adaptación dure unos pocos días tras iniciarse la nueva etapa. Si nuestro hijo se negara a ir al colegio pasados estos días de adaptación, experimentara un gran malestar y los síntomas de ansiedad o irritabilidad no remitieran, recomendamos consultar con un profesional que determine la causa y busque estrategias necesarias para resolver el problema.