Las mujeres han estado presentes en muchos de los avances de nuestra historia, pero han sido silenciadas y desplazadas a la sombra de sus compañeros hombres. Este fenómeno tiene nombre propio: el Efecto Matilda. Mujeres como Rosalind Franklin (papel fundamental en el descubrimiento de la estructura del ADN), Nettie Stevens (descubridora del sistema XY de los cromosomas determinantes del sexo), Mary Whinton Calkins (estudios sobre la memoria y el recuerdo) o Lise Meitner (colaboradora en el descubrimiento de la fisión nuclear) fueron desplazadas de su tan importante papel en la historia para ser sustituidas por hombres que colaboraban con ellas, por sus maridos o por otros que usaban sus avances para apropiarse de ellos.

Hoy en día, la mujer sigue encontrando obstáculos e impedimentos para desenvolverse en el campo de la ciencia, entre otros. Algunos de los datos que nos aportan investigaciones actuales son:

– Menos del 30% del personal de investigación son mujeres.
– Solo el 30% de las estudiantes eligen estudios superiores del campo de las ciencias y la ingeniería.
– Los estereotipos de género influyen en cómo las niñas proyectan sus ideas de futuro, interfiriendo en sus decisiones y autoconcepto.
– Los inventos y creaciones de mujeres son peor valoradas que las de los hombres, mostrando diversos estudios el rechazo de una mayor proporción de patentes firmadas por mujeres.
– Hay más niñas que niños sin escolarizar, dificultando su desarrollo futuro y sus posibilidades.

Tratamos de homenajear a aquellas mujeres que han aportado su trabajo y su esfuerzo en el desarrollo de los aspectos que hacen nuestra vida mejor; es hora de que ocupen su lugar en la historia. Es importante que las niñas de hoy en día puedan encontrar referentes en este campo para estimular la vocación de estas en la ciencia y la tecnología.

Niña jugando con aparato tecnológico¿Qué podemos hacer para promover la educación en igualdad de oportunidades?

En la infancia se nos educa con distintas expectativas dependiendo de lo que somos. Podemos observar que, desde la infancia, los niños “quieren” ser bomberos, policías o guerreros, mientras que las niñas “prefieren” ser maestras, enfermeras, médicas o, simplemente, mamás. ¿A qué se puede deber esto? ¿Realmente los niños nacen para “ser fuertes” y las niñas para “ayudar a los demás”?

Desde muy pequeñas, a las niñas se las “desplaza” al plano de los cuidados. ¿Qué niña no ha jugado a cuidar a un bebé y ser mamá, a ser cocinera, médica o veterinaria? La sociedad nos hace pensar que incluso los juguetes tienen género, en un entorno en el que existen unos prejuicios tan extendidos de cómo deben comportarse las personas dependiendo del sexo con el que nacen. Incluso en el cine y los cuentos, el papel de la mujer y la niña se basa en una persona débil y frágil a la que debe rescatar un hombre fuerte y valiente. Todos esto no hace más que perpetuar estos estereotipos y hacer creer a las niñas y mujeres que son “más débiles y dependientes de los hombres.

La coeducación se basa en ofrecer a niños y niñas las mismas oportunidades en el presente y en el futuro. El aprendizaje que reciben los menores se basa en la socialización, proceso por el cual las personas aprendemos e interiorizamos las normas y los valores de una determinada sociedad y cultura específica.

Niña jugando al fútbol
Desde los primeros años de nuestra vida, la socialización se lleva a cabo en el seno de la familia. Los cuentos y juegos que empleamos, el reparto de las responsabilidades en el hogar y las expectativas que depositamos en ellos interfieren en el proceso de desarrollo de su identidad. Debemos tener cuidado y concienciarnos de nuestros propios valores, normas y prejuicios para conseguir una educación libre e integradora.

Niño cocinando

Desde que nos planteamos ser mamás o papás, empezamos con la educación en igualdad. Antes del nacimiento, debemos negociar la corresponsabilidad (el reparto equitativo de las tareas que supone ser madres o padres), planificar la conciliación de la vida familiar con la vida laboral (repartiendo las responsabilidades de forma justa) y no condicionar nuestras expectativas en función del sexo biológico, incluyendo juguetes, ropa y decoración variada.
Tras el nacimiento, debemos asegurar la igualdad en la educación de los niños y de las niñas. Debemos llevar a cabo un reparto equitativo de las tareas del hogar, fomentar el respeto, dejar atrás los estereotipos y emplear juegos, cuentos y otras actividades lejos de estereotipos machistas. Hay que tener mucho ojo con descalificaciones sexistas y permitir el desahogo emocional libre de prejuicios.

Niña en mesa de ciencia

En conclusión, debemos de hacer un esfuerzo para que la sociedad avance hacia la igualdad efectiva de derechos, y todo empieza con la educación de los más pequeños.

https://www.youtube.com/watch?v=Fx0ztzf-2V0&ab_channel=%23NoMoreMatildas

 Manuel Galván – Psicólogo colaborador en TocToc Psicología Infantil y Juvenil

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