Estos son solo algunos ejemplos de las consecuencias de no fomentar la responsabilidad en los más pequeños. Pero… ¿qué implica ser responsables? Ser responsables consiste en asumir las obligaciones propias de cada edad y situación, en cumplir con los compromisos asumidos y en asumir las consecuencias de las propias acciones.

Los mejores maestros para enseñar esto a los niños son sus propios padres, con acciones muy sencillas. A continuación os damos algunos consejos:

  1. El primero y más importante es practicar con el ejemplo. Los padres son el mejor modelo para el aprendizaje de sus hijos. Para ello se requiere paciencia, constancia, dedicación y confianza.
  2. Asignar tareas adecuadas a su edad y nivel de desarrollo como por ejemplo: recoger sus juguetes, mantener su habitación ordenada, poner la mesa, hacer la cama, organizar sus deberes… Empezando por tareas sencillas e ir paulatinamente incrementando la dificultad para evitar que vean esa obligación como algo inalcanzable. Es importante facilitarle los medios e ir guiándolos en su consecución. En definitiva, enseñarles cómo deben hacerlo.
  3. Transmitirles que confiamos en que pueden conseguir la tarea que les hemos asignado. Con frases como “sé que puedo confiar en ti”, “inténtalo, sé que puedes conseguirlo”… Igualmente importante es comprender sus fracasos y elogiar sus logros, “mira lo que has conseguido, ¡es fantástico!”, “te está saliendo muy bien, sigue así”…
  4. Ser responsables también implica cumplir los compromisos que ellos mismos han adquirido. Por ejemplo, si se han apuntado a alguna actividad extraescolar y pretenden abandonarla una vez empezada. En estos casos debemos comunicarles los la importancia y los beneficios de actuar de manera responsable, exigiéndoles que terminen lo que empiezan o al menos que no lo abandonen inmediatamente.
  5. Otro aspecto imprescindible es dejar que sean ellos los que asuman (sufran) las consecuencias de no ser responsables. Esto lo entenderemos muy bien con el siguiente ejemplo: la profesora les ha mandado un trabajo, y nuestro hijo lo deja para el último momento y no le da tiempo a entregarlo; en ningún momento deberemos hacerlo por él, sino dejar que él asuma las consecuencias de no entregar el trabajo.
  6. Dejar que cometan sus propios errores y así, darles la oportunidad para aprender de ellos.

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